top of page
  • Foto del escritorMaite R. Ochotorena

Bocaditos de Suspense: «El abuelo»



Tumbas

—¿Qué haces en la cama todo el día, abuelo?

—Morirme —siempre tan hosco—. Ya te estás largando, no me estorbes que estoy concentrado.

—¿Concentrado en qué?

—¡En morirme, tarugo! —gruñe—. ¿Es que no lo ves?

Está boca arriba, mirando al techo con los ojos cerrados, y las manos enlazadas sobre el pecho, tal y como le colocarían de estar muerto de verdad.

Su nieto de siete años le mira con estupor, pero no se atreve a decir nada más. Sale de la habitación, cierra la puerta con cuidado, y corre a avisar a su madre.

Al cabo de un rato vuelve con ella a ver qué pasa. Luca la agarra de la mano, muy preocupado. Cuando entran en la habitación, el abuelo ya no está. La cama está hecha y el cuarto ordenado y limpio.

Luca alza el rostro hacia su madre, buscando una explicación, pero ella tampoco sabe a dónde ha ido el anciano. A sus noventa y tres años, está cada vez más irritable y extraño.

Se acercan a la ventana y miran hacia el jardín. Le ven escarbando en el suelo. Está a cuatro patas, y ya ha cavado varios hoyos poco profundos. Parece frenético.

Da lástima verle así, tan frágil y encorvado, hurgando en la tierra.

—Vamos...

Luca y su madre salen a buscarle.

—¿Qué hace, padre?

—Tú que crees...

—¿No estabas concentrado en morirte? —le pregunta Luca con inocencia.

—¡Y ya estoy muerto! —responde el anciano.

No deja de escarbar, aquí, allí, más allá. Parece desesperado.

—Padre, ¿qué busca?

—¡Mi cuerpo! ¡Maldita sea!

© 2018 Maite R. Maite R. Ochotorena

13 visualizaciones

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page