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  • Foto del escritorMaite R. Ochotorena

Poesía: «El absurdo viajero del tiempo»


Hay una eternidad en cada fragmento de tiempo.

La eternidad me conmueve.

Como la música, tiene cadencia, y me envuelve.

Son sus rizos un devaneo ante mis ojos.

Sus ecos permanecen,

incluso después de este infinito,

incluso después de haber vivido.

Hay en la eternidad una espera inmensa,

y en la espera una soledad inmensa,

y en la soledad, la esperanza y la tristeza…

porque no sé estar sola,

porque la tristeza es la perenne sonrisa ante la certeza de ser…

y saber que no seré.

Hay en esta pausa hurtada al universo un lamento,

y es hermoso este lamento,

bailo abrazada a él mientras pienso…

mientras siento en mi pecho todos los demás lamentos.

Bailo abrazada a él,

y ansío no perderme en este instante,

y descubrir que tal vez todo ha sido un sueño,

o que yo lo he sido,

una broma macabra del pensamiento.


Hiere esta basta soledad,

hiere y me traspasa,

porque en su belleza está también la muerte.

Y en ese implacable discurrir del mundo nos perdemos,

y ya estamos muriendo,

y no comprendemos…

y no somos,

tan sólo el viento,

tan sólo ese músico pasajero que nos trajo el silencio.

Quisiera retener esta efímera eternidad,

pero el desenlace se me pierde entre lamentos.

Más allá no hay sino el devenir extraño que nos trajo a este tiempo.

Más allá hay un compás, sostenido y perfecto.

Este tiempo lo trajo un absurdo viajero en los tejados,

este tiempo hurtado al tiempo,

es el regalo de un pasajero envuelto en sueños…

Me conmueve esta música…

Bailo en ella, y mi existencia se derrama con cada nota,

pulsa estas cuerdas si me desvanezco…

tal vez las notas permanezcan,

tal vez este baile sea cierto…

un regalo imperfecto.

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