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  • Foto del escritorMaite R. Ochotorena

Relato: «Avenir, el futuro ya está aquí»



La etiqueta es chula. El diseño es llamativo, vivo, alegre, ¡chispeante! ¡Me encanta! Suspiro y me miro en el espejo. ¡Ajá! Ahí están, esas cochinas líneas de expresión alrededor de los ojos, los poros abiertos, esas insignificantes pero evidentes (al menos para mí), grietas en los labios…

Sí, la etiqueta es chula, pero el contenido de este pote de «Avenir» es mejor. Abro la tapa y huelo el perfume sutil que emana de su interior. La crema es untuosa y de un color tierra encantador. Mmmmmm… Huele tan bien… Huele a hierba fresca, a flores, a lavanda, a mar… No sabría definirlo, pero la sensación al cerrar los ojos y acercarlo a mi nariz es… embriagadora. «¡Ay «Avenir», cómo te idolatro!».

No puedo esperar más. Sonrío, como sonríen quienes se saben amantes de la innovación y la tecnología al servicio de la belleza. Sonrío, porque he apostado fuerte, y «sé», sé… que hoy voy a detener el tiempo, tal vez para siempre. Leo la frase de la etiqueta: «Bienvenida al futuro… Hoy las horas en tu reloj biológico se detendrán, y la vida eterna florecerá en tu rostro como jamás hubieras soñado».

«Joder… Casi me meo encima…»

Hasta me tiemblan las manos… Mis ojos me devuelven una mirada ilusionada en el espejo, brillan como nunca antes, y una sonrisa baila en la comisura de mi boca. ¿Qué cambiará cuando…?

Basta de dudas, sólo tengo que untarme esta crema de fragancia insuperable y esperar unos minutos para que ocurra el milagro…

Y lo hago. ¿Estoy loca? Puede… ¿Estoy dispuesta? Seguro.

Así que recojo una pequeña porción en la yema de mis dedos anular y corazón, del tamaño de un garbanzo, tal y como rezan las instrucciones, y procedo a extenderlas alrededor de mis ojos, en la frente y en el contorno de mi boca, en pequeños círculos, suavemente… Uou… es cremosa, muy delicada y refrescante, y mi piel se despereza a medida que la crema penetra en ella, como si una corriente de vida llameara bajo su superficie. Es… ¡electrizante!

Me miro en el espejo y espero ver algún cambio. Me acerco más, y más… Y observo, anonadada, que esas incipientes arrugas se difuminan rápidamente, que mi piel se estira y recobra la tersura, e incluso cobra un brillo natural que hace que resplandezca… Adiós a las arrugas de mis ojos, adiós a las grietas en mis labios, ahora turgentes… Ooooh… Experimento una sensación de placer tan intensa… que tengo un orgasmo… ¡brutal! Tengo que aferrarme al lavabo y aun así se me doblan las piernas y se me saltan las lágrimas… y una risa histriónica se escapa desde el fondo de mi garganta…

¡OH DIOS!

Tengo que usar más… Entonces vuelvo a untar mis dedos en el pote y voy repartiendo esta maravilla de la ciencia por todo mi cuerpo, en el cuello, en mi pecho, en los brazos, el vientre… A medida que la crema penetra bajo mi piel, se me eriza el vello y siento relámpagos de placer recorriendo mis venas, me tiemblan las manos y empiezo a gemir, tan alto, que temo que me oigan los vecinos… Pero no me importa, porque todos mis sentidos se desmoronan y mi cuerpo entero entra en un éxtasis celestial.

Cuando me desplomo sobre el suelo del baño, recorrida por infinitos latigazos de placer, estremecida, incapaz de pensar… siento que la vida en mí discurre a niveles diferentes, a través de mis células renovadas, siento que algo bulle en mis terminaciones nerviosas, elevándome, estallando en mi cerebro, tan brutalmente… que pierdo el sentido.

Es de noche cuando despierto, aún de bruces en el suelo. Todo mi cuerpo está relajado y exhausto, me siento genial. Apoyo las manos y me levanto despacio, al principio temerosa de mirarme en el espejo, temerosa del cambio… estoy segura de que he experimentado un cambio, a un nivel que aún debo descubrir.

Me incorporo, y finalmente me pongo en pie. El pote con el cosmético de «Avenir» aún reposa sobre el lavabo, abierto. He gastado casi la mitad, pero no me arrepiento. Acaricio la piel de mi brazo, y me estremezco al percibir una suavidad tan delicada… Un perfume floral emana de mi piel, y al aspirarlo un fogonazo de fuego sacude mi clítoris, desplegando ráfagas de placer en todas direcciones, atravesando mi vientre… Oh Dios… ¿Sólo con mi propio olor?

Cierro los ojos. «Vamos, atrévete…»

Entonces alzo la cabeza y me miro en el espejo y…

Ahí estoy, soy yo y no soy yo. ¡OH MY GOD! Una belleza sobrenatural refulge bajo mi piel de porcelana, perfecta, sin una sola marca ni imperfección. ¡Es como si en lugar de cincuenta y siete años, tuviera veinte! Cojo el pote de «Avenir» y lo contemplo estupefacta, sin atreverme a creer su poderoso efecto… ¿Cuánta gente más lo habrá probado? ¿Quién en su sano juicio no querría usarlo? Imagino enseguida que en cuanto la gente empiece a probarlo sus ventas se dispararán a un ritmo abrumador, brutal, imparable… ¿Sabrán los expertos de «Avenir» lo que les espera? Entonces una duda asola mi mente… ¿Cuánto duran los efectos?

Enseguida busco la caja donde venía el pote, y saco las instrucciones. La letra es tan pequeña que tengo que esforzarme para encontrar la parte que me interesa en un pliego que al desdoblarlo mide casi un metro. Al fin, encuentro el texto en cuestión, donde dice:

. Tratamiento: NO UTILIZAR en otras partes del cuerpo, salvo las especificadas en la etiqueta del producto: rostro y cuello.

. Cómo utilizarlo: extender una pequeña cantidad, como un garbanzo, sobre la piel limpia y seca, y esperar cinco minutos a que surta efecto. NO VOLVER A REPETIR EL PROCESO bajo ninguna circunstancia.

. Duración del tratamiento: UNA SOLA VEZ.

¿Qué? ¿Cómo que una sola vez? Un relámpago de frustración me recorre el cuerpo entero. ¿Qué significa eso? Releo las instrucciones, paso una hora leyendo todo el pliego, de arriba a abajo, y no pone nada acerca de la duración de los efectos, pero recalca en varios apartados que no se debe utilizar más de una vez… Pero… ¡eso no tiene sentido! En el pote hay cantidad suficiente para muchas aplicaciones, ¡podría estar usando esta crema un año entero antes de agotarla! ¿Y por doscientos ochenta y siete euros? ¡VENGA YA!

Arrugo el prospecto y lo tiro al suelo, llena de rabia, preocupada, muy preocupada… ¿Y si los efectos maravillosos de esta crema se pasan muy pronto? Una mirada a la imagen rejuvenecida del espejo hace que gima de angustia. No puedo… no puedo renunciar a tener este maravilloso aspecto, sencillamente no puedo…

«Pero no puede ser… Tiene que tratarse de un error de interpretación, no van a vender toda esa cantidad de crema para usar un garbanzo una sola vez… Eso no tiene sentido. Querrá decir en la misma aplicación, sin duda. Además, si lo hicieran así, sólo venderían la crema una vez a cada persona, ¿y qué empresa quiere que la gente use sus productos una sola vez? No, sin duda se refiere a una aplicación por vez…». En cuanto pienso en ello, me tranquilizo, y la sonrisa vuelve a mi rostro. Guardo la crema en mi armarito, y cierro la puerta. Luego cambio de idea, y la vuelvo a abrir. Cojo todas mis otras cremas y las retiro para tirarlas. Ya no las voy a necesitar, ¿verdad? ¡JA!

Me dedico una sonrisa exultante, y decido salir a la calle a lucir mi nuevo aspecto juvenil, tan perfecto que… Pero antes de vestirme… Inhalo el perfume de mi piel, y dejo que ese éxtasis arrebatador me inunde de los pies a la cabeza… ¿Y si además…? Voy a mi dormitorio, y me acaricio suavemente… y Ooooooooooohhh, ¡AY DIOS! Es como hacerme el amor a mí misma, enseguida mi cuerpo experimenta una brutal excitación, y un ardiente reguero de pasión me invade en oleadas espléndidas, luminiscentes, inconmensurables… y un orgasmo tras otro estalla en mi interior, llevándome al éxtasis celestial más… ooooh ¿Una sola vez?

¡Y UN CARAJO!

Cuando me recupero, me visto, y me preparo para salir. Estoy exultante. En el ascensor, no puedo apartar la mirada de esa joven de ensueño que soy ahora… Hasta mi cabello rubio parece haberse fortalecido, y se ve más brillante que nunca… Sonrío. Al salir, me cruzo con mi vecina del tercero, que se vuelve asombrada al verme, y abre la boca… pero no logra decir nada. Le guiño un ojo, y salgo a la calle, chispeante, llena de energía. Podría comerme el mundo…

Y entonces, cuando apenas he recorrido cien metros, siento un bajón generalizado. Parezco un globo que pierde el gas… a un ritmo alarmante. Vuelvo a sentirme fatigada, mis piernas pesan… Alarmada, me vuelvo a casa. Agacho la cabeza avergonzada de mí misma, segura de que vuelvo a ser yo misma, yo y mis condenadas arrugas, yo y mis odiosos cincuenta y siete años… Oh, no… ¿Qué haré? Ya no puedo renunciar al poder de la crema de «Avenir»… ¿Sólo dura catorce horas? ¿Ni siquiera un día entero? Nooo… ¡¡¡nononononononono!!!

Corro hasta mi portal y subo hasta mi casa. Doy un portazo al entrar, recorro el pasillo y entro en el baño hecha una furia… y me miro en el espejo. Ahí estoy, apenas me queda un tenue rastro de mi efímera juventud, ¡vuelvo a ser yo!

Me siento en el borde de la bañera y pienso… Si quiero lucir hermosa, debo usa la crema con cabeza. Si sólo dura catorce horas, tendré que aplicármela por la mañana, para que el efecto se prolongue hasta la noche… Y dosificarla, sólo utilizarla para las zonas más sensibles a la edad de mi cuerpo, tal vez incluso sólo en rostro y cuello, tal y como reza la etiqueta… ¡Ah, «Avenir», cómo me la habéis jugado!

Estoy furiosa, porque la crema me ha costado un dineral, y me va a durar mucho menos de lo que esperaba… ¿Merece la pena? Dudo… Pero sé que sí. Ya no hay vuelta atrás, no puedo dejar de sentir esas sensaciones brutales… no puedo, ya no… Miro mi reloj. Son las diez de la noche.

Bien, me quedaré en casa, y por la mañana empezaré estrictamente el uso de la crema milagrosa. Estoy dispuesta…

El despertador suena a las nueve, tal y como lo había programado. Me desperezo… Ufff Estoy tan cansada… Me levanto, me duele todo… Es como si mis piernas fueran losas de plomo… Extrañada, consigo caminar, arrastrando los pies, hasta el baño. No veo muy bien, como si tuviera un velo en los ojos. Enciendo la luz, y busco mi imagen en el espejo…

Dios… ¿Qué…

¡He envejecido veinte años! Mi cabello ha encanecido, las arrugas en mi rostro se han disparado, y mis pechos cuelgan como dos calcetines, sin vida, sin… Siento náuseas, y vomito en el váter. ¿Qué ha pasado? ¿Es un efecto secundario de la crema? Tal vez me pasé al untarla por todo mi cuerpo… Ayayayayaay… Me incorporo, me siento tan débil… Se me escapa un sollozo… ¡No puedo quedarme así!

Me entra una ansiedad tan grande, que me levanto, abro el armarito, y saco la crema. La miro con cierta aprensión. Es mi enemiga y mi aliada al mismo tiempo. En cualquier caso, ya no tiene remedio, no puedo quedarme así para siempre… Así que abro el pote, recojo un garbanzo en mis dedos… y procedo a untármela en el rostro y el cuello solamente.

Ya no huele tan bien, no experimento las mismas sensaciones que ayer, es como… huelo como mi abuela cuando se daba su crema hidratante y olía a piel de anciana con crema, ese olor tan peculiar y desagradable… ¿Qué significa? Aun así, termino de aplicármela, y espero. Espero… espero…

NADA.

Entonces cojo más crema, y me la unto en cantidad generosa por todo el cuerpo. ¡¡Estoy DE-SES-PE-RA-DA!!

Un leve hormigueo me sacude, y la esperanza renace en mí, así que cojo más crema y sigo untándola en mi piel… Cuando quiero darme cuenta, he vaciado el pote. ¡No queda nada!

Un estremecimiento me recorre, y sé que voy a sentir el éxtasis otra vez… Luego un ardiente fuego me abrasa bajo la piel, y siento como si mi cuerpo se replegara hacia dentro y luego volviera a expandirse, mientras oleadas de placer me inundan, más violentas que el día anterior… Sube y baja, sube y baja, una marea de pulsos implacables que me aturden, me roban el aire… Experimento múltiples orgasmos, y me arqueo y me derrumbo en el suelo, a punto de desvanecerme…

Entonces me miro las manos, y veo mis huesos blancos, desnudos, sin carne. Grito de terror, y me retuerzo palpando mi cuerpo… Quiero levantarme, pero mis músculos se desintegran, y me hundo en un pozo luminoso que me arrastra y me consume…

«Oh, «Avenir»… cómo me la has jugado…»

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